Descripción
Hay un amago de tiempo y de caminos que con obstinación estruja las cavidades oscuras del corazón del hombre. Sobrevienen días de grandes frustraciones, invadidas a veces por pequeños gestos y algún que otro sesgo de memorables jornadas que apenas duraron la fugaz vibración de un instante. Y entonces los dioses fundaron un reino de ausencias, miedos y silencios que fueron amortajando las horas que alguna vez vivieron en risa, la ternura y la alegría. Sobre este paisaje se yerguen estos poemas. Buceando en la niebla, tanteando en la sombra, buscando un pedazo de sol que nos regrese a la tibia sensación de volver a estar cerca del pequeño latido.
