Descripción
Ricardo Caballero Aquino inicia aquí la des olearyzación de la cultura política paraguaya. Por más de un siglo, Juan Emilio O’Leary (1879-1969) fue quien dictó ex cathedra para el Paraguay la doctrina fascista, levemente disfrazada de liturgia a los héroes, pero, en realidad, revestida de un discurso de rencor, de discriminación de la población entre «probos» y «apóstatas». Para ello, universalizó la terminología emotiva nacionalista, que siempre fue contraria a la democracia.
Don Juan Emilio fue el profeta que trajo al Paraguay los postulados del extremista francés Charles Maurras a quien visita en la cumbre de su prédica totalitaria en la década de los 1930s cuando, siendo Ministro Residente en España, en realidad, residía en París, a pasos de su mentor intelectual y santo patrono de las ideas de la era dictatorial paraguaya, que, por lo menos en la oratoria, sigue vigente en sus caracterizaciones favoritas del «otro» como traidor, vende patria, cipayo, antipatriota, y siguen las firmas. Mucha involución desde el anterior, Jean Jacques Rousseau.
Gracias a su triunfal colonización de la política, el Día de la Mujer festeja la confiscación indirecta de los ahorros familiares en joyas, en las postrimerías de la demencial Guerra Grande. El Día del Periodista conmemora la fundación de un periódico gubernamental de propaganda, escrito por el mismo Presidente, de pocas pulgas ante cualquier crítica. Y el Día del Niño se celebra en el aniversario de una masacre. Todo esto en nombre de un patriotismo exacerbado, tipo «Vencer o Morir,» que se llegó a utilizar hasta para simples partidos de futbol internacional
Ya es hora de que encaremos y aceptemos la verdad documentada, hasta que otra verdad mejor documentada la supere. Los insultos no constituyen historiografía, solo catarsis. El conocimiento es sedimento puro, nada dogmático y debe estar absoluta mente desolearyzado.