Descripción
En el proceso histórico del sufragio universal, cada peldaño esca lado progresivamente hacia su democratización constituía una conquista más agregada a la gama de potestades inherentes a la persona; y no un mecanismo articulado o predispuesto por gracia del Poder.
En el siglo XX, el voto obligatorio fue resultado práctico de la imposición de una lógica normativa «utilitarista», desplegada técnica mente con el afán de edificar un instrumento capaz de lograr que el ciudadano remiso o desencanto concurriera a votar, evitando así las altas tasas de abstención electoral que, dentro de esa lógica, minarían la legitimidad de los procesos democráticos primero y de los gobiernos después.
Sin embargo, la obligación del sufragio no ha significado un nivel aceptable de vigencia o de eficacia para la integración en la participación política, como había sido su objetivo, ni mucho menos ha constituido un presupuesto jurídico sustentable desde el punto de vista de su lógica o racionalidad. De hecho, no ha podido imple mentarse un procedimiento capaz de hacer efectiva la sanción por no votar, con lo cual opera en la realidad lo que ha sido denomina do como régimen de voto voluntario de facto. Antes bien, el diseño normativo en vigor ha sido proclive a alimentar manipulaciones o influencias ilegales sobre los electores, poniendo en entredicho no de los pilares fundamentales sobre los que se edifica el sufragio: el voto libre.
