Descripción
En el último cuarto del siglo XIX, al tiempo que se constituían las ocho primeras Academias americanas de la lengua #Colombia, Ecuador, México, El Salvador, Venezuela, Chile, Perú y Guatemala#, se propuso la Real Academia Española construir, con la ayuda de sus nuevas Correspondientes, un diccionario de americanismos. La constatación de la deficiencia de fuentes informativas y la limitada posibilidad de comunicación dejaron el ambicioso proyecto en el limbo de las buenas intenciones. No resultó, sin embargo, vano. A lo largo de las dos primeras décadas del siglo XX las jóvenes Academias fueron remitiendo fichas del léxico propio de sus respectivos países. Gracias a ello, al tiempo que en los años veinte nacía un segundo grupo de Academias #Costa Rica, Filipinas, Panamá, Cuba, Paraguay, Santo Domingo, Bolivia, Nicaragua y Argentina (1931)#, la edición del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) de 1925 pudo incrementar de tal modo la presencia de americanismos que llegó a merecer el título de «americana». Se completaría la nómina de corporaciones académicas con el nacimiento en los años cuarenta de las de Uruguay y Honduras, y más tarde con las de Puerto Rico y Estados Unidos.